sábado, 28 de agosto de 2010

Comienza una suave noche de amor efímero...


Hoy me encuentro pensando en La noche que ilumina.

La pieza escrita por Paloma Pedrero trata sobre cómo dos personas que encierran un fuerte sufrimiento de índole sentimental y emocional (Rosi es una mujer maltratada por su marido; Fran es un abogadillo enamorado y cornudo) se encuentran y se apoyan la una en la otra. Esta es una historia de amor circunstancial, potenciado por el efecto transtornador de una droga llamada éxtasis.

Una situación de desengaño y cariño, con tintes muy tristes y también momentos muy cómicos. En la que los personajes terminan señalando hacia un futuro inmediato que puede ser, por lo menos, esperanzador.

Siempre hay un roto pa un descosido... Son palabras de Rosi al final de la obra. No importa cuán grande sea el problema, siempre se puede enfrentar, siempre se puede buscar ayuda....

domingo, 6 de junio de 2010

De cómo las moscas llegaron de nuevo hasta el señor que las controlaba...

La pequeña mosca se puso a volar. Poco a poco fue ganando fuerza, crecía... poco a poco, fue encontrando más moscas, eran cada vez más, eran un ejército... y se conocían de antes. El señor que las manejaba a todas poseía ahora un ejército. Oía su zumbido y podía manejarlas a su antojo con simples movimientos de muñeca y dedos. Estaba cómodo rodeado de sus insignificantes amigas. Eran un ejército. Se sentía, el señor, reconfortado.
Les dijo:
Dispersaos todas por los alrededores del campo que alcanza a ver mi vista.
Vamos a destruir palacios construidos con dinero.
Volad impredecibles e inconstantes en cada momento, pues es el estado constante de incertidumbre el que os mantendrá volando.
Vamos a darle una lección al mundo.

sábado, 22 de mayo de 2010

Sobre sociedad, economía, política y la existencia del individuo.



Si el conocimiento puede llegar a ser causa de encarcelamiento mental y existencial (entendiendo por conocimiento todo lo mediatizado y puesto al alcance del consumidor a cambio de un valor económico), es deducible que la degradación de las masas colectivas de la actualidad sea fácilmente identificable como la degradación del ser en el tener, y del tener en el parecer. El consumismo en su sentido más amplio implica por parte del individuo una constante necesidad de aparentar. La gente de hoy en día, a ojos de una opinión generalizada, no expresa en su existencia una identidad personal que le muestre con autenticidad. No soy mi pensamiento, mi naturaleza o mi aspiración; soy mi coche, mi ropa o el dinero que tengo en mi cartera. Pues mi coche, mi dinero o mi apariencia son mi autentica aspiración. La alienación al sitema político-económico parece evidente:


El espectador... cuanto más contempla menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad menos comprende su propia existencia y su propio deseo.”

La sociedad del espectáculo, Guy Debord.


Para el sistema económico actual, la existencia del individuo como tal no implica más que la utilización del propio individuo como una mera herramienta de engranaje. Es decir, el propio capitalismo empuja y predestina al individuo a vivir sobre un diseño de vida en el que todo está ya elegido. Todo es una mercancía consumible, el espectáculo se nos presenta de esa manera y lo que no es tachado como espectáculo se nos presenta como si lo fuera. La política nacional de nuestros días, por ejemplo, sólo muestra al público, en forma de “show”, una burda lucha de poderes que, mediante descalificaciones de bajo nivel, intenta desbancar a alguno de los implicados. Porque cuando estos implicados aprovechan un desastre natural como propaganda política, olvidando en una medida alarmante el verdadero problema y su consecuente solución, cuando ocurre esto (quizá demasiado a menudo y a nivel mundial), podemos decir que la política nacional no es todo lo seria que debiera. Por tanto, tanto el poder económico como el poder político desembocan en el control social de una humanidad estancada en su sistema de funcionamiento. Una dirección de masas que nos viene dada en forma de “ley del consumo” como “ley del más fuerte”.


Entonces nuestra existencia nos coloca al alcance de la mano una vida mediatizada, donde todo tiene un precio, y donde todo puede ser complementado con algo mejor, o sustituido por algo aun mejor. Se convierte así la identidad individual en una inevitable cosificación del hombre, y ésta lo sitúa en el ambiente más cómodo y engañoso que haya vivido históricamente. Es quizá esa comodidad lo que nos impide reaccionar prácticamente sobre todo esto, la falta de necesidad. Entonces... “la organización revolucionaria ha debido aprender que no puede ya combatir la alienación bajo formas alienadas.” (Guy Debord).


Si racionalizamos el hecho de que el sistema comprime las vidas, coarta las libertades... ¿cuáles son las verdaderas aspiraciones humanas individuales? Yo creo que son aquellas que te ofrecen tu posición social, tu autodederminación y el propio espectáculo mercantil del que hablamos. Ésta es para mí una de las evidencias que teorizó Debord cuando escribió, por ejemplo, que “Sin duda, la seudo-necesidad impuesta en el consumo moderno no puede contrastarse con ninguna necesidad o deseo auténtico que no esté él mismo conformado por la sociedad y su historia”. Lo que pasa es que estamos alienados a lo que nos rodea. Elijas lo que elijas, aunque sea ver una hermosa puesta de sol, estarás eligiendo algo de tu alrededor en lo que, en cierto modo, hemos sido adoctrinados para su elección. Pues en algún momento de nuestra vida individual hemos aprendido que ver una puesta de sol es hermoso. Pero hay que diferenciar entre lo aprendido socialmente y lo adquirido naturalmente. Si la naturaleza nos otorga algo que va un paso más allá de la completa alienación, esto es, en mi opinión, el mundo de las sensaciones. La verdadera aspiración humana individual debería estar en relación con ese mundo, ligado a la búsqueda de la felicidad. Que no es otra cosa que la intención de llenar nuestro tiempo de la manera más agradable posible. Todo lo que la sociedad de consumo significa y provoca es sin duda un hecho palpable, sobre todo si lo aplicamos al concepto de tiempo. Pues básicamente los individuos nos dedicamos a utilizar/gastar nuestro tiempo.


Para llegar entonces a la autoemancipación, o a la liberación personal para con la sociedad y su estructura. El camino más racional posible está quizá fuera del alcance del propio individuo pero, lo que sí es seguro, es que debe implicar el autoestudio y autoconocimiento tanto de la propia microestructura individual, como de la macroestuctura social en todas sus vertientes, con todo lo que ello implica. Así que a expensas ser unos genios... algo interesante que nos queda trata sobre el enfoque personal de la situación colectiva, desde un punto de vista seguramente utópico.

sábado, 8 de mayo de 2010

Una cosa para preguntarse...

Hablando hace no mucho con una persona a la que quiero muchísimo, ha surgido hoy en mí una retrasada y evitada pregunta:

¿Soy la persona que quiero ser, o simplemente avanzo en la dirección que me marca la inercia de mis acciones pasadas?

Cada uno tiene, por supuesto, su propia respuesta a esto. Por eso te invito a ti, lector ocasional, a que te preguntes lo mismo que yo. Es evidente que no tienes que responderme, ni siquiera responderte a ti mismo con inmediatez... ¿qué tal si sólo te lo preguntas?


A mi prima favorita... que me acoge y me regala su tiempo y espacio de una forma totalmente altruísta.

Nueva verdura mental

viernes, 7 de mayo de 2010

smoke



Bailan Sylvie Guillem y Niklas Ek... coreografía: Mats Ek.

La belleza de perfectos cuerpos en un sencillo y estético movimiento... un regalo.

viernes, 9 de abril de 2010

Shopenqué...? (2)

"Lo que nos convierte de manera casi ineludible en personajes ridículos es la seriedad con que tratamos el presente de cada momento, un presente que lleva en sí una necesaria apariencia de importancia. Son pocos sin duda los espíritus que han superado eso y que han pasado de ser personajes risibles a ser personajes que ríen."


Arthur Shopenhauer (siempre sonriente)

viernes, 19 de marzo de 2010

pequeño poema libre inconcluso


Cuando la apetencia primera se basa en una búsqueda de la evasión terrenal hacia un mundo de colores adornado con trozos de simpatía química, el escape resulta rápido, preciso.
Un escape momentáneo...
La otra parte del tiempo, cada minuto, se vuelve pesado.
Ahora sólo corro hacia mí mismo con mentiras impacientes como las que antes corrieron a mi lado.
Hacia el tercer y el cuarto movimiento.
Y me siento a ver cómo corro.
Y me rio.